ISHA

La historia de Isha nos relata de manera general como comenzó el universo de Yariel, aborda los orígenes de los dioses y los cambios que experimentaron hasta casi llegar a los eventos de Tierra sin dios.

Al principio el universo estaba en calma, la energía fluía en armonía como una sola entidad, pasados los eones, algunas partes de esta enorme energía comenzaron a tomar conciencia de su existencia y se separaban del universo, pudiendo reintegrarse con este en cualquier momento.

Una de estas partes se convirtió en una enorme masa de tierra, que se conoció como el origen. En este lugar no había vida, el cielo era interminable y emitía su propia luz de color blanco, la tierra era infinitamente dura y al igual que el cielo era completamente blanca, solo cubierta con arena, cientos de capas de arena blanca, no existía el aire, el agua, ni cualquier otra cosa. Los otros fragmentos del universo sentían curiosidad por esta tierra, así es como tomaron la forma de los primeros seres, conocidos en un futuro como dioses. Muchos eran deformes, masas sin una apariencia que pudiera describirse, muchos otros comenzaban a tener brazos o piernas para moverse por el origen.

Había un dios curioso y juguetón, fue el primero en remodelarse con piernas para poder estar de pie y brazos para poder sentir la arena en sus manos, también tenia enormes alas en su espalda que le permitían seguir viajando por el universo sin restricción alguna. Esto fue muy divertido para él, con sus ojos podía distinguir los distintos colores del universo, con sus manos podía crear distintas figuras en la arena. Los otros dioses no entendían el comportamiento de este, sin embargo, todo continuaba en armonía. Al poco tiempo el dios quiso más, se aburría con facilidad así que no solo creaba figuras con la arena también les brindaba un poco de su energía, creando a los primeros golems, dentro de estas criaturas había sangre, músculos y huesos, pero carecían de conciencia alguna, estos caminaban errantes por el origen sin propósito alguno. Los demás dioses se entusiasmaron con la creación del juguetón, así que comenzaron a crear sus propios golems.

El juguetón creo muchos golems, sin embargo, hubo uno que le resultó particularmente atractivo y a este decidió darle un nombre, lo llamó “Dári”, al momento de nombrarlo el golem obtuvo una conciencia, pero esta era primitiva y Dári no tenía propósito alguno mas que entretener a su creador. Dári tenia una apariencia parecida a un lobo, con cuatro patas, garras y pelaje en algunas zonas, en la edad moderna sería considerado un monstruo solo por su apariencia, pero el golem no presentaba peligro alguno, solo se movía con mucha mas gracia que los otros y parecía poder ver a su creador. El dios, al ver a Dári, decidió nombrar a todas sus otras creaciones también, los otros dioses lo imitaron, el origen parecía llenarse de vida los golems comenzaban a interactuar entre ellos y con sus creadores, sin embargo, en Dári se creó un nuevo sentimiento, la envidia. Dári estaba molesto con los otros golems que robaban la atención de su creador por lo que comenzó a destruirlos. Cualquiera pensaría que los dioses se aterrorizarían ante semejante espectáculo, pero no fue así, les parecía divertido el comportamiento de Dári, incluso creaban golems solo para que este los destruyera convirtiéndolos en arena de nuevo. Al tiempo los otros golems comenzaban a defenderse intentando sobrevivir, los dioses quedaron maravillados, crearon copias de sus creaciones, y el juguetón creo copias de Dári, este no destruía sus copias lo cual intrigó mucho a los dioses, solo destruía a todos los otros golems.

Con el tiempo los dioses no solo nombraron a sus golems, también se autonombraron ellos mismos, sin darse cuenta que esta acción, provocaría que ya no pudieran reintegrarse al universo, ahora pertenecían al origen. El juguetón se nombró Ástafor.

Al darse cuenta que ya no podían reintegrarse al universo, los dioses se sintieron tristes y con el tiempo, tampoco encontraban entretenimiento en sus golems, muchos cayeron en un profundo sueño. Ástafor sintió una enorme angustia y se sintió responsable de la situación actual, así que se convirtió a sí mismo en un nuevo mundo, el era muy creativo, llenó su nuevo mundo de vida y colores, los dioses lo imitaron y terminaron creando nuevos mundos, algunos junto a Ástafor y algunos otros en distintas realidades, el origen quedó completamente abandonado, solo los golems quedaron en este, destinados a la extinción.

Pasado un tiempo algunos dioses despertaron de su profundo sueño, descubrieron las creaciones de los otros dioses y se dirigieron a estas. Algunos de ellos llegaron a Ástafor y como era de esperarse, tomaron el barro en Ástafor y volvieron a crear a sus golems en este nuevo mundo, estos fueron llamados “Demonios”. Los demonios eran seres mucho mas evolucionados que los antiguos golems en el origen, si bien su aspecto no mejoro mucho, su conciencia era distinta, podían interactuar entre ellos y con los mismos dioses, aprendieron el lenguaje de estos y no tenían la necesidad de matarse los unos a los otros. Por otro lado, los demonios requerían alimentarse, a diferencia de sus antiguos golems estos morían de hambre, los dioses no tardaron en tomar distintos materiales y crear distintas criaturas para ellos, a las cuales nunca nombraron, pero los dioses habían creado demasiados demonios por lo que brindaron a las nuevas criaturas la capacidad de reproducirse.

Isha al ver esta nueva capacidad para reproducirse, creó nuevos golems y los nombró “elfos”, amaba a sus antiguas creaciones, pero nunca consideró las repercusiones de dicho acto. Los elfos eran criaturas inteligentes y amables, su comportamiento se alejaba mucho del comportamiento de los demonios, que eran mucho más salvajes y primitivos. Los elfos al poder reproducirse se sentían conectados con sus creaciones, los dioses, al ver a los elfos, comenzaron a crear distintas razas. Isha por su lado fue el primer dios en remodelarse al cuerpo de una mujer, ahora se sentía la madre de todos los elfos.

De nueva cuenta, al igual que los antiguos Dáris, los demonios se sintieron desplazados. Un demonio en particular al que también se le dio la capacidad de reproducirse llamado “Demoni”, deseaba fervientemente estar junto a Isha, ella no lo rechazaba, pero él enfurecía al verla junto a los elfos, su enojo creció hasta el punto de tomar a Isha entre sus brazos y llevársela del pueblo élfico. Ella pudo sentir la tristeza de los elfos al ver como se alejaba del lugar, pero también podía sentir la profunda conexión que Demoni sentía por ella. Isha borró su existencia, esperando volver a encontrarse con sus criaturas después de darles tiempo, para que aprendieran a vivir sin ella y en un futuro vivir junto ellos. Esta acción fue tomada por Demoni como un insulto, él pensaba que había sido rechazado por Isha, al punto de borrar su propia existencia con la finalidad de alejarse de él, perforó su propio corazón y maldijo a la Diosa obligándola a buscar un ser completamente puro.

Las acciones de Demoni, se sumaron a distintos eventos que sucedían en todas partes de Ástafor, los demonios, enfurecidos, comenzaban a asesinar a las otras criaturas, incluso dirigían su rabia hacia los dioses mismos, muchas criaturas y dioses eran masacrados, más ninguna criatura o dios se imaginaba el terrible poder que despertaron con sus acciones…

Siglos después una elfa llamada Asir, daba a luz. El día y la hora estaban en perfecta sincronía con la desaparición de Isha y los elfos estaban consientes de la reencarnación de su diosa. La ciudad de Fénacis estaba emocionada, más una guerra con el clan demoniaco Beleth estaba por venir. Había pasado mucho tiempo, en estos momentos las guerras se daban por recursos y territorios, solo los elfos recordaban a su diosa y los dioses ahora eran parte de historias antiguas, casi un mito para muchos.

El esposo de Asir había muerto en las guerrillas contra Beleth junto a todos sus familiares, aunque Asir no tenía familia alguna y no pertenecía a la nobleza élfica, estaba rodeada de sacerdotes élficos que cuidaban de ella con gran esmero. El parto se complicó, los sacerdotes tuvieron que abrir el vientre de Asir, pero al tocar a la pequeña en su intento por extraerla, esta parecía hacerse cenizas, los sacerdotes intentaron extraerla con magia, pero cuando la magia rodeaba a la pequeña causaba el mismo efecto. El amor de Asir por su hija Aisha nombrada así por su difunto esposo, era inmenso. Asir tomó cada partícula de este amor y se llenó de un coraje y valentía inigualables, metió sus propias manos dentro de su vientre y extrajo a la pequeña, los sacerdotes tomaron a la pequeña con una gruesa manta y dieron inmediata atención a la recuperación de Asir, sin embargo, ella murió justo al momento de soltar a su hermosa Aisha.

Aisha fue educada por los sacerdotes desde entonces, desde su nacimiento la ciudad entera podía sentir el enorme poder que emanaba de ella, no había dudas su diosa había regresado. Aisha sentía una profunda conexión con todos los seres vivos, era obediente y también muy inteligente, más los sacerdotes no permitían a nadie acercarse a ella por temor a que saliera lastimada, al parecer la maldición de Demoni se había cumplido, cualquiera que la tocara, provocaba que su cuerpo se hiciera cenizas, ni siquiera los reyes de Fénacis tenían permitido verla por lo que Aisha creció aislada del mundo.

Pasaron 15 años desde al nacimiento de Aisha e Illion rey de Fénacis, se reunía con Zarec líder de “La Corte” de la ciudad de Isis, la más poderosa del reino de Ástafor, gobernada por Yariel.

—Zarec debes entender, nuestra ciudad alberga a la reencarnación de Isha, hemos vivido en este lugar desde su desaparición, es normal que más elfos lleguen a la ciudad y debemos expandirnos —dijo Illion.

—Lúcitel es un territorio muy grande, pero de alguna manera la ciudad de Fénacis y el clan de Beleth, no dejan de pelear, muchos han muerto en las guerrillas y muchos mas morirán si esto continúa y se convierte en una guerra abierta, Isis no permitirá que esto suceda —contestó Zarec.

—Tu y tu maldita ciudad, no es posible que un elfo de Galifor no reconozca a Isha, y mucho menos puedo creer que te unieras a Yariel, ese monstruo a asesinado a incontables elfos, ¿Cómo puedes vivir contigo mismo Zarec?

Illion se levantó de su trono el cual era completamente de oro, el salón era inmenso, con piso de mármol y sus altos techos estaban llenos de decorativos y acabados finos. La reina Fari le pidió a rey mantener la calma e intentar llegar a un acuerdo, pero este estaba fúrico, Zarec se mantuvo sereno e intentó razonar con el rey:

—No todos los demonios pueden reproducirse, su población crece por que están intentando reunirse, Isis ha acabado con muchas de sus ciudades, para proteger a muchas criaturas incluyendo a los elfos, pero Beleth es distinto, ellos solo defienden su territorio y no causan mayores problemas, debe existir un lugar en Ástafor para ellos también. Fénacis ha crecido mucho más que Beleth, es tiempo de que pienses en crear una segunda ciudad en otro territorio.

—¡Cierra la boca! —gritó con furia Illion, mientras movió su mano expulsando energía mística para abofetear a Zarec —pudiste convertirte en el rey de Galifor, ¡tú!, un elfo de cabello oscuro perteneciente a la clase baja de los elfos, pero no, te uniste a Isis y obligaste a Galifor a unirse también, ¿Qué tan bajo piensas caer Zarec?

—Debes tomar una decisión Illion y espero que esta no sea motivada por tu enojo hacia mí, pero así son las cosas, Fénacis será exterminada si no se detiene y no se buscará una segunda negociación, o te retiras ahora o los próximos en tu puerta serán los miembros del ejército de Isis.

Illion perdió la compostura, invocó su espada y se arrojó hacia Zarec, este detuvo la espada con su mano desnuda cubierta solo por energía mística y agregó con determinación:

—Quiero tu respuesta.

—¡Ya tienes mi respuesta! —gritó Illion con furia intentando empujar su espada con fuerza —los elfos estamos más que dispuestos a morir por el deseo de nuestra diosa. Isis puede pudrirse y Beleth aprenderá que el tiempo de los demonios ha terminado.

Zarec expulsó de su cuerpo una enorme cantidad de energía mística, el rey salió volando varios metros, los guardias del rey rodearon a Zarec, pero Illion les ordenó mantenerse al margen. Zarec no titubeo ni un solo momento y solo se limitó a contestar:

—No tengo nada en contra de tu diosa, y sí, también soy un elfo, conozco bien las historias de Isha, ella jamás ordenó que se quedaran en Lucitel o que se creara Fénacis, ese capricho es solo tuyo y lamento que todos en la ciudad paguen por este, pero como dije así son las cosas.

Zarec desapareció del lugar y regresó a Isis. Illion gritó con fuerza y ordenó prepararse para la batalla.

Zarec se reunió con “La Corte”, la decisión estaba tomada, Fénacis sería eliminado. Los miembros actuales eran Zarec, Iris, Astaroth, William y Gelos. Al emperador le preocupaba la posición de “La Corte”, esta decisión los dejaría ver frente a los pueblos élficos como despiadados, incluso algunos los verían como traidores o simplemente asesinos, por lo que tomó el asunto en sus manos, dejó a la ciudad de Isis fuera del asunto y él mismo se dirigió a Fénacis.

—No creas que te dejaremos solo con esto Yariel, estaremos cerca si la situación se complica —dijo Zarec. El emperador miró a Zarec con seriedad y se limitó a contestar:

—Como quieras.

Yariel apareció frente a las murallas de Fénacis, un ejército de más de 2,500 elfos ya lo esperaba, pero este no mostró miedo alguno.

—Maldito engreído, te atreves a venir tu solo —gritó Illion a Yariel, pero este simplemente avanzó sin reparo.

Yariel invocó a Deidora y, se movía con ella rápidamente por el campo de batalla, los elfos ni siquiera podían ver al emperador, era rápido y letal, no desperdiciaba energía innecesariamente. Deidora extraía la vida de sus enemigos, muchos de ellos caían solo con rozar su poderoso filo, pero entre los soldados había algunos con un poder bastante distinto, elfos capaces de seguir los movimientos de Yariel. Los elfos comenzaron a seguirlo, sus ataques eran fuertes, pero el emperador se regeneraba rápidamente. La tierra se alzaba, el polvo cubría todo el campo parecía un enfrentamiento entre ejércitos, los elfos quedaron horrorizados, muchos peleaban entre sí al sentir el roce de sus cuerpos con sus compañeros, otros corrían intentando refugiarse en la ciudad, algunos más huían hacia el bosque. El lugar apestaba a sangre, los choques de las espadas eran poderosos y su sonido estruendoso, más los gritos de los elfos ahogaban cualquier otro sonido.

Illion recordó la historia de Isha, ordenó a su general ponerse en el centro mientras ordenaba a sus guardias rodearlo, sacó su cuchillo y se apuñaló justo en el corazón, ordenó a sus guardias hacer lo mismo, ellos no eran simples elfos, todos eran experimentados y estaban listos para morir, sabían que Yariel no sería un enemigo que pudieran vencer así que no dudaron e imitaron a su rey. La energía del rey y de su guardia fluyó hasta llegar a Draxo el general de Illion, Draxo era un elfo grande y corpulento, su cabello era blanco y corto, su vestimenta era fina con decorados de oro, su arma era una lanza llamada “Blion”. El general se llenó de poder, consiguió igualar a Yariel y le lanzó tremendo ataque de energía mística que el brazo y la mitad del pecho de este desaparecieron en el acto, Yariel se regeneró rápidamente y se lanzó contra su enemigo, estaban igualados, Yariel intentaba alcanzarlo con Deidora, pero Draxo era rápido. El general ordenó al resto del ejército regresar a Fénacis, sin embargo, para este punto el ejército estaba reducido a menos de la mitad, el elfo tomó su lanza y gritó:

—Orden celestial.

El poder de todos en la ciudad viajó hasta la poderosa lanza, y Draxo atacó a Yariel con energía mística concentrada, Yariel detuvo el ataque con sus manos llenas de materia oscura, la cual devoraba la energía mística rápidamente, pero no fue suficiente, el emperador salió volando varios kilómetros destruyendo por completo la enorme montaña contra la que se estrelló. Zarec que observaba en las cercanías, ordenó a “La Corte” intervenir, de la base de la montaña destruida se escuchó un fuerte rugido, que llegó hasta la ciudad de Fénacis, el emperador se había transformado y perdido por completo el control. “La Corte” creó una poderosa barrera protegiendo a la ciudad. Draxo miró a “La Corte” y supo de inmediato que su fin había llegado, ordenó a la ciudad proteger a Aisha, tomó su poderosa Blion y apuntó a la base de la montaña con todo su poder. Yariel recibió el ataque de lleno, pero este no se detuvo y siguió adelante hasta impactar con el general, destruyéndolo en el acto, sin embargo, no solo destruyó a Draxo, destruyó la barrera de “La Corte” y gran parte de la ciudad.

—Prisma —gritó Zarec y al instante Yariel fue rodeado de energía mística, esta apretaba con fuerza al emperador como si de una pared de diamante se tratase y se reducía fuertemente sobre este, Yariel destruía las paredes del prisma, pero estas se reconstruían rápidamente, los demás intentaban reforzar el hechizo de Zarec, pero la fuerza del emperador era monstruosa, sus gritos se escuchaban por toda la ciudad. A lo lejos estaban los sacerdotes junto Aisha escapando de la terrible batalla, Aisha logró ver a la terrible criatura que destrozaba su hermosa ciudad, pero no pudo sentir otra cosa que una profunda tristeza por la criatura. Del cielo se vio caer una enorme cantidad de energía mística, dejando un cráter que destruyó por completo la mitad de la ciudad.

El silencio inundó el lugar cuando por fin la tierra se asentó, se pudo ver en el centro a Yoriel el hermano del emperador abrazándolo con fuerza.

La derrota de Fénacis fue un hecho histórico que se difundió por todo Ástafor, los miembros de “La Corte” fueron tomados como héroes, y respecto al emperador solo se difundieron las mismas historias que ya circulaban por todo Ástafor, del desalmado monstruo que destruye ciudades enteras. Aisha y los sacerdotes huyeron del lugar, se mezclaron con otros elfos en un pueblo muy pequeño ubicado cerca de Isis, que si bien no pertenecía a esta, ya había llegado a un acuerdo con Isis.

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